Curioso poema pulquero de Manuel Acuña...
LOS BEODOS.
Junto a una pulquería
cuyo título es "Los godos"
disputaban dos beodos
la tarde de cierto día.
Yo pasaba por afuera
de la taberna predicha,
me detuve, y por mi dicha
oí la disputa entera.
-Oiga, amigo, no me abroche
tan horrenda tontería,
yo le digo que es de día.
-Pos yo digo que es de noche
-Pos yo el sol es lo que miro
y no hay estrella ninguna.
-Pos yo digo que es la luna
y muy grandota dialtiro.
Es que asté ya se le escapa
toditito don Perfeuto
porque ya siente el efeuto
del maldecido Tlamapa.
-¡Qué Tlamapa, ni que nada!
A mí el pulque no me aprieta,
-Pos yo apuesto una peseta.
-Pos yo apuesto mi frazada.
-¿Pos con quién nos arreglamos?
-Pos con cualesquiera, vale,
-Bueno, pero no me jale.
-Bueno, pus entonces vamos.
Y entre diciendo y haciendo
este par de tercos beodos,
se salieron de "Los godos"
casi, casi que cayendo.
Y viendo pasar un coche
al cochero se acercaron,
y presto le preguntaron
si era de día o de noche.
Pero el salvaje cochero
movió triste la cabeza
y respondió con torpeza:
señores: ¡soy forastero!
Junto a una pulquería
cuyo título es "Los godos"
disputaban dos beodos
la tarde de cierto día.
Yo pasaba por afuera
de la taberna predicha,
me detuve, y por mi dicha
oí la disputa entera.
-Oiga, amigo, no me abroche
tan horrenda tontería,
yo le digo que es de día.
-Pos yo digo que es de noche
-Pos yo el sol es lo que miro
y no hay estrella ninguna.
-Pos yo digo que es la luna
y muy grandota dialtiro.
Es que asté ya se le escapa
toditito don Perfeuto
porque ya siente el efeuto
del maldecido Tlamapa.
-¡Qué Tlamapa, ni que nada!
A mí el pulque no me aprieta,
-Pos yo apuesto una peseta.
-Pos yo apuesto mi frazada.
-¿Pos con quién nos arreglamos?
-Pos con cualesquiera, vale,
-Bueno, pero no me jale.
-Bueno, pus entonces vamos.
Y entre diciendo y haciendo
este par de tercos beodos,
se salieron de "Los godos"
casi, casi que cayendo.
Y viendo pasar un coche
al cochero se acercaron,
y presto le preguntaron
si era de día o de noche.
Pero el salvaje cochero
movió triste la cabeza
y respondió con torpeza:
señores: ¡soy forastero!
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