miércoles, mayo 01, 2013




PLEITO DE COBIJAS.
Margarito Ledezma

Pues hoy amaneció la novedá
de que Don Juan, el tío de Las Clavijas,
tuvo un tremendo pleito de cobijas
con su mujer, la güera Soledá.

Dicen que se acostaron muy temprano,
porque desde la tarde ya hacia frio,
sin que hubieran tenido ningún lio
y los dos con un humor bastante ufano.

Mas parece que, ya en la madrugada,
Don Juan quiso voltiarse de ladito,
y jaló las cobijas un tantito,
y dejó a la mujer descobijada.

Doña Chole, al sentirse en ese plan,
trató de remediar la situación,
y les dio a las cobijas un jalón
y, sin querer, descobijó a Don Juan.

Y Don Juan, todavía medio dormido,
sin saber ni la causa ni el origen,
gritó con fuerte voz: “¡No descobijen!”,
y jaló el cobertor y echó un bramido.

Y Doña Soledá, muy asustada,
entre dormida aun y entre despierta,
sintió que la dejaban descubierta
y le dio otro jalón a la frazada.

Mas Don Juan, a su vez, muy sorprendido
y todavía entre sueños y algo inerte,
les dio a las tilmas un jalón tan fuerte
que también Doña Chole dio un bramido.

Y, como eran así dos voluntades,
que jalaban con rumbos diferentes,
llegaron a ponerse tan renuentes
que de una colcha hicieron tres mitades.

Lo peor es que, al estarse jaloniando,
a oscuras y enojados de ribete,
no dejaron de darse algún moquete,
y dicen que ya se andan divorciando.

Mas la culpa de tales asonadas
y de tales disgustos cobijeros,
la tienen los demontres de obrajeros
por hacer tan angostas las frazadas.


¡Ojalá que en Gobierno les exija
tejer unas frezadas competentes,
que tapen bien a las dormidas gentes
y eviten esos pleitos de cobijas!


NOTA: Como don Matías el frezadero es mucho mi amigo, no quise mentarlo personalmente en el argumento de mi poesía para que no fuera a darse por aludido y a quererse ofender; pero la verdad es que todos los frezaderos, sin zafar a mi amigo don Matías, hacen unas cobijas tan angostas que con tantito que uno se voltié descobija al otro, y con más razón si los dos son algo gordos y a ambos dos les gusta jalar parejo.
Sería bueno que los susodichos frezaderos pensaran un poco y hicieran las cosas de otro modo, pues ¿cómo consideran que con una cobija de vara y media de ancha, y hasta de una vara y dos tercias, van a cobijarse bien dos personas, y menos estando dormidas las dos? Porque todavía estando despiertas es más fácil, pues con prudenciar un poco una de ellas y quedarse descobijado toda la santa noche, mientras el otro se dedica a roncar muy bien tapado, o con agarrar otra cobija y taparse por cuerda separada, todo está arreglado; pero, estando dormidas las dos, ¿qué quieren ustedes que haga una gente privada y embebecida por el sueño? Precisamente de allí viene ese dicho tan conocido y que hasta parece un evangelio chiquito, que tanto usa la gente y que dice: “No jalen que descobijan”.
Yo creo que el Gobierno  debiera dar una orden fuerte para que las cobijas sean siquiera de tres varas de ancho las más menos, sin perjuicio de dejar aucción para que puedan hacerse otras más anchas, pues muy bien se echa de ver que, ya con vara y media por persona, es más difícil taparse y, además, queda un mediano margen para que cuelgue a cada lado del catre, como sobrecama o caido, para un caso de emergencia.
Hora que también hay que convenir que el Gobierno no puede estar en todo y ponerle remedio a todo, pues el otro día andaba aquí un gringo tan gordo que ha de haber sido de la Panzagonia, pues tenía una panza como cinco veces la de Pancho Álvarez el cantor, y que ni con una cobija de seis varas de ancho se hubiera alcanzado a tapar él solo, contimás con otra persona. Así es que allí si ni modo de exigirle nada al Gobierno, pues con todo y la orden fuerte el hombre se hubiera quedado descobijado y con más de media barriga de fuera.
Por eso en ciertas ocasiones es mejor quedarse callado y no decir nada.
OTRA NOTA: Pancho el Secretario del Juzgado fue el que me aconsejó que en la nota anterior pusiera eso de taparse o cobijarse “por cuerda separada”, pues dijo que eso se usa mucho en los Juzgados y que así se entiende bien lo que quiero decir en dicha NOTA.

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Al presentar este exquisito poema del inmortal vate -gloria y prez de Chamacuero, Guanajuato- que vivió en la primera mitad del siglo pasado, la casa le rinde como siempre un homenaje lleno de emoción y regocijo.
Para festejar el acontecimiento, a todos los presentes se les sirven gratis deliciosas catrinas y tornillos pletóricos de curado del día. 
El encargado de declamar los versos es El Orejano, quien lo hace como siempre, con lucimiento y prosopopeya, encaramado en una barrica y despojado de su sombrero Panamá. 
Además y por aclamación multitudinaria de nuestra sensible parroquia, anunciamos que, a partir del próximo 2 de noviembre, don Margarito tendrá su nombre escrito en letras de oro en nuestro retablo mayor. Tarde pero seguro. 
Ex-voto de nuestra admirada Selva Prieto.

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