Maderito: ¡échenles las tanquetas!
Por lo visto la escena de manifestantes
barridos es una de sus viñetas mentales favoritas en eso de lo que él entiende
por praxis política. Las utilizó intensivasamente el golpista genocida Augusto
Pinochet y se siguieron usando en el país del sur durante y después su feroz
dictadura.
Luego, el llamado “Maderito el chico” se
preguntó con su taimado gimoteo de acentos chihuahuenses “por qué en México no
hay esos instrumentos contra expresiones colectivas públicas que se han
brincado la raya”
¿Porqué no las usamos acá?.
Su profunda retórica nos recuerda la de un
merolico y correligionario suyo, de Guanajuato, que ahora anda de emprendedor
mariguanero cuya especialidad es precisamente, brincarse la raya en todo lo que
dice y hace.
La máxima dirigencia de la naco burguesía
emplumada se lanza y azuza a los canes de la república de Toluca a echarse contra
la protesta social del magisterio en rebeldia y lo hace de la manera más fresca y rupestre.
Sin el menor pudor se suma a la jauría de
levanta-cejas, analistas de ocasión y plumíferos a sueldo que ensucian a todas
horas las pantallas de TV sembrando frenéticamente toneladas de odio entre la
población mexicana, de suyo ya bien anestesiada y predispuesta por los
comunicadores Azcárraga y Salinas Pliego...
-Salinas,... Salinas,... dónde,... dónde hemos escuchado ese apellido?-.
-Salinas,... Salinas,... dónde,... dónde hemos escuchado ese apellido?-.
Nada extraña que a estas alturas de un
conflicto, que más que conflicto es una agresión unilateral del gobierno y los
poderes fácticos en contra de los derechos de los docentes que trabajan para el gobierno, los voceros de
las clases dirigentes más reaccionarias y filo-fascistas se quiten el antifaz y
llamen a reprimir a los maestros de la CNTE con tanquetas (por ahora solo con
chorros de agua).
Tal es su estilo y así han sido siempre y dondequiera las derechas cerriles que tanto gustan de la violencia cuando ni siquiera hacen uso de la razón.
Tal es su estilo y así han sido siempre y dondequiera las derechas cerriles que tanto gustan de la violencia cuando ni siquiera hacen uso de la razón.
Pero lo que es una perla, una fulgurante joya
discursiva de este caballero blanquiazul es lo que dijo también sin el menor
rastro de verguenza con su vocecita ovi-caprina: que su partido “está dispuesto
a defender los derechos laborales, pero no privilegios, la inamovilidad o la
permanencia del status quo”.
Bien recordamos todos los mexicanos cómo este
Maderito y su partido el PAN “defendieron” los derechos laborales de los
trabajadores mexicanos cuando se aprobó la canallada de la reforma laboral que
perpetró el presidente espurio Calderón con el apoyo tumultuoso desde su mismísimo
partido.
Si el hombrecillo chihuahuense y sus
encopetadas señoras del partido expresan que ellos no defienden “privilegios”, pues entonces
sencillamente no se entiende su doble cara durante los doce años pasados en el
poder, frente a los corruptos líderes charros de Pemex, CTM, SNTE, y un
interminable cuanto obsceno etcétera, a quienes consintieron y apapacharon
hasta el ridículo.
¿Tanquetas? Que traigan las tanquetas chilenas
y le echen chorros de agua al nefasto Felipe Calderón que, como los sacerdotes
aztecas, apesta a sangre seca y a billetes verdes y goza del privilegio de la
impunidad en su exilio dorado de Harvard, o al pillo Moreira que vive como un
maharajá las delicias de la suya propia en Barcelona, o a los magnates del
Consejo Coordinador Empresarial que no pagan impuestos e imponen presidentes,
por citar unos cuantos ejemplos de sucios privilegios que necesitan algo más
que chorros de agua para limpiar sus heces putrefactas y los daños que han
hecho a nuestro país.
A este Madero, eminencia declarativa de la
ultraderecha más estrecha que hoy tiene a México en la lona, no parece caberle idea de
lo que significan los derechos laborales.
Mejor dicho, sí que la tiene, pero como ocurre con sus congéneres, se niega por dogma de clase a aceptar hasta la
mismísima existencia de ese concepto en la justicia universal.
Y no solo eso, sino que confunde mañosamente
los derechos laborales de los trabajadores de la educación y los pone al nivel
de los privilegios de la convenenciera grey perfumada que profesa la ideología
abarrotera del mamar y dar topes.
Como diría el clásico operístico: cosí fan
tute.