jueves, noviembre 20, 2014


Habla fuertecito el obispo Vera…
Y LA BEATERIA DE SALTILLO SUDA Y PEDORREA.

El nefasto Enrique Peña Nieto, enojado, reclamante, despechado, refiriéndose a los millones de críticos cada vez más conscientes, agraviados y activos que se manifiestan en su contra desde Tijuana hasta Cancun, declaró ayer en su tierra:
  --Pareciera que responden a un interés general por generar desestabilización, desorden social y atentar contra el proyecto de nación que hemos venido impulsando.
Al enterarse, el obispo de Saltillo, Raúl Vera, no pudo contener su rabia y le reviró:
  --¡Qué lecturas tan cómodas! Ahora nosotros tenemos la culpa de desestabilizar el país… ¿Qué quiere? ¿Que nos muramos en silencio?”. 
  --El discurso del presidente  ya es de dictadura.
  --No hay Estado. No hay acceso a la justicia. No hay acceso a una vida digna. No hay acceso a la seguridad. No hay acceso a un salario digno. En su proyecto de nación es evidente que no somos personas humanas.
Entonces, las legiones de beatas y beatos priístas del estado de Coahuila –colectivo social mayoritario en aquella tierra tan pródiga en ovinos, roedores y gallináceas-, al escuchar a su obispo pronunciarse en tales términos, reaccionaron de peor manera: 
Comenzaron a sudar de vergüenza y a despedir fétidas flatulencias por los distintos orificios del cuerpo; chillaban con furia, mordían el escapulario y se organizaban para solicitar a su bien amado gobernador Moreira II que echase del estado a tan peligroso Satanás. (Por ahuyentar la inversión foránea, seguro).

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