Las serenatas de Aquiles Narro.
Uno de nuestros más apreciados benefactores, el
eximio trovador saltillense don Aquiles Narro (cuenta abierta cum
laudae en la barra de hielo de la casa), nos envía esta
delicia folclórica en un video de su peculio.
Suponemos que para concebir esta joya, el ruco poeta campesino se habrá
inspirado en historias leídas en alguna biblioteca o en relatos galantes escuchados en
los medios que suele frecuentar, sobre todo sacristías, casas de oración o aguardientes, y clubes de
jardinería.
Suponemos que a su venerable y muy correteada persona nunca le
habrán ocurrido cosillas como las que nos ejemplifica en el video.
Suponemos que en su discurrir por el mundo de la
música vernácula o frente a las rejas floridas de una bella sílfide que escucha
con los ojos en blanco la serenata de su amado, nunca le ladró en los calcañares
algún can famélico, o jamás le vaciaron el contenido de una bacinica desde lo
alto de un balcón, o le cayó la policía macana en ristre a la hora de máximo
lucimiento lírico.
Ha de ser pura ficción, pura imaginación, nada de
trasvase nostálgico de experiencias personales en sus épocas de estudiante.
Ponemos aquí el bello documento grafico para solaz
y esparcimiento de la exquisita concurrencia que nos honra con su presencia y
trasiega y gorgorea fragantes pulques a conveniencia.